domingo, 21 de febrero de 2010

I

Era uno de esos días perfectos de otoño tan comunes en las historias y tan raros en el mundo real; un día perfecto para cualquiera, pero no para mí. 
Llevaba 518 días encerrado, recluido en ésta soledad, mi única compañía fueron esas interminables botellas de ron y las docenas de cigarrillos en el piso; consumidos, aplastados... casi como tu recuerdo.
Ebrio. 
Sucio. 
Inexpresivo. 
Yací inerte más de lo que mi intoxicada memoria me permite recordar. 
Ni siquiera podía diferenciar entre lo que viví y lo que soñé... quizá la diferencia era que por lo menos en mis sueños se murmuraba esa canción, o tal vez era el ron que nublaba mis sentidos; no lo sé. 
Ella, mi esperanza constante. 
Y yo, atrapado entre las sombras.

A pesar de tan larga estadía y aunque ahora se los narro desde un lugar recurrido por el odio y la desgracia el cual estoy seguro jamás han visitado...

...recuerdo exactamente lo que aquél día me deparó.
el principio del fin

Ése día todo cambiaría.

1 comentario:

  1. muchos culpamos a las películas y a la música pop de nuestra alta expectativa sobre el amor, o su derivado.. pero culpo mas a quienes actúan como en ellas.. los que hacen que lo sintamos.. pero las letras nos consuelan.. (: y en tus letras esta la salvación! =P jajajaja buen titulo ;) y gracias por tomar en cuenta la observación..

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